sábado, 29 de noviembre de 2008

La Sinfonía nº 2 "Resurrección" de Mahler

¡Por Dios, vaya sinfonía! Un auténtico monumento a la música y al espíritu humano, diría yo.

Hace ya algún tiempo que la vengo escuchando "a trozos". Esto puede resultar extraño y para los puristas, un sacrilegio, pero es que no estoy hablando de un disco de canciones comerciales o de música ligerita. La sinfonía en cuestión dura más de 80 minutos (no cabe entera en un CD) y supone un verdadero desafío para quien intenta acercarse a ella, pero si se logra conectar con ella y con su significado, la recompensa y la satisfacción de escuchar algo grandioso están garantizadas.

La sinfonía está dividida en 5 movimientos: Totenfeier, Andante moderato, In ruhig fliessender Bewegung, Urlicht, y finalmente, Im tempo des Scherzos. Curiosamente, cuando cayó en mis manos empecé a escucharla por el final, que tras una primera audición me pareció algo casi sin sentido, y precisamente esto era lo que se le achacaba a Mahler cuando estrenaba sus sinfonías.

Lo cierto es que su música, al igual que la de Bruckner, no entra a la primera. Tenemos suerte de contar con la capacidad de grabar la música y reproducirla tantas veces como queremos en casa, y sólo así estoy consiguiendo entrar en el universo musical de los compositores clásicos, pues soy bastante torpe para disfrutar de la música a la primera audición.


Por tanto, no me extraña nada de que estos dos compositores cosechasen tantos fracasos y comentarios negativos cuando vivían. Es que su música, muy vanguardista e innovadora para la época, no es para escucharla por primera vez en un auditorio, a menos que tengas tus orejas educadas a base de años de conservatorio o de gran afición a la música. En este sentido yo he sido totalmente autodidacta, pues de jovencito casi odiaba la música y no fue hasta que cayeron en mis manos dos obras modernas, Taurus II y Hergest Ridge, que se me destaparon de una vez por todas las orejas y sentaron las bases a mi afición a la música sinfónica o de gran orquesta.

Volviendo a nuestra sinfonía, comento algunas cosas de cada movimiento. No me extenderé mucho porque por Internet y la Wikipedia encontraréis artículos de gente más entendida que yo.

El primer movimiento, Totenfeier (Ritos fúnebres), es un largo allegro de más de 20 minutos de duración (típico de las sinfonías de Bruckner y de Mahler). Es el que menos he escuchado, más que nada porque está solo en el primer CD (los otros cuatro están en el segundo). Es una marcha fúnebre y en principio iba a ser un poema sinfónico independiente. Recibió muy malas críticas por parte de algún directorcillo de orquesta y eso desanimó mucho a Mahler, pero más adelante concibió la idea de que formase parte de una obra mayor.

El segundo movimiento, Andante moderato, es una pieza bastante más ligera, agradable y suave, quizás la menos vanguardista de todas pero una de las más fáciles de entender.

El tercero, In ruhig fliessender Bewegung (con un movimiento tranquilamente fluyente) es un scherzo y comienza de una forma abrupta, con dos golpes de timbal. Tiene fases brillantes y espectaculares, típicas de los scherzos. Pero lo más interesante es que hacia el final nos presenta un adelanto de lo que será el último y más espectacular movimiento. Todo un logro...

El cuarto, Urlicht (Luz Prístina), es un lied (canción, en alemán) cantado por una soprano. Esto ya es de por sí otra novedad, pues una sinfonía es, conceptualmente, una composición instrumental y compositores como Haydn consideraban un sacrilegio introducir voces en una sinfonía (Beethoven ya se encargó de cometer semejante "atentado" en su Sinfonía Coral). Rabietas aparte, es un lied francamente bonito.

Y por último, Im Tempo des Scherzos (En el tiempo de un scherzo) cierra esta obra. Una descomunal y grandiosa pieza de más de 30 minutos de duración con final coral. Si el tercer movimiento representa una pérdida de fe, y el cuarto, su recuperación, este movimiento replantea dudas pero acaba con el triunfo y resurrección en sí. Aquí Mahler recurre a casi todos los medios instrumentales posibles para ofrecernos un auténtico universo sinfónico, incluyendo un conjunto de metales y percusión que toca fuera del escenario para dar una increíble sensación de lejanía. El final es sencillamente sensacional y sólo echo de menos que las campanas tubulares y los tam-tam suenen más potentes, quizás debido a la mala costumbre de oír a todo trapo otras campanas tubulares más modernas que sonaban allá por 1973 y que también revolucionaron la música moderna.

Una curiosidad: la Sinfonía Resurrección es la favorita de Karol Wojtyla, alias Juan Pablo II.

Y por si a alguien no le ha quedado claro, las obras Taurus II y Hergest Ridge fueron compuestas por el británico Mike Oldfield. Algún día hablaré de él...


No hay comentarios: